miércoles, 2 de septiembre de 2015

Sin pedirme permiso.



  Llevamos unas semanas así, quedando para tomar algo, para pasear por las calles de la ciudad que nos ha permitido encontrarnos, para conocernos. Llevamos unas semanas viéndonos a menudo, contándonos anécdotas y preguntándonos algunas de las cosas que queremos saber del otro. Lo que no me atrevo a confesarte es que llevo unas semanas pensando en ti más veces de la que admito, maldiciéndote por haberte instalado en mi cabeza sin pedirme permiso.


  Ahora que lo pienso, tampoco me preguntaste si podías romperme los esquemas o desteñir mi idea de príncipe azul. Tampoco te paraste a pensar si tenías la autoridad necesaria para convertir tu risa en mi sonido favorito. ¿Y es que quién demonios eres tú para poner mariposas en mi estómago? ¿Quién te dijo que podías llegar y acelerarme el corazón? No sé quien es tu consejero ni cómo me has hecho todo esto, pero sigue haciéndole caso y, por favor, no pares de hacerlo. 

  Sigue contándome cómo te ha ido el día, lo divertidos que son tus amigos y diciéndome que te lo pasas genial cuando estás conmigo. Sigue rascándote la nuca cuando estás nervioso o remangándote el jersey cuando te concentras en algo. Sigue haciéndome sentir que no estoy perdiendo el tiempo contigo y que lo que conozco de ti es solo el trailer de la que puede convertirse en mi película favorita.

.............

No hay comentarios:

Publicar un comentario