domingo, 27 de septiembre de 2015

¡Nos vamos de concierto! | MELENDI


"Hagámos que no todos los sueños sean durmiendo".
-Melendi.
  Bueno, ya estamos aquí, la cuenta atrás a terminado. Hoy es uno de esos días en los que las sonrisas espantan las posibilidades de que algo salga mal, uno de esos días abrazado por un círculo en nuestros calendarios. ¡Coged el bolso, la cazadora y la cartera porque nos vamos de concierto!


  Es salir del metro en la parada del estadio, el sentimiento fan sube un par de escalones. El ambiente ya empieza a oler a nerviosismo, a ganas de quedarse roncos y a canciones memorizadas de tanto escucharlas. Observando este ambiente casi festivalero, destierras felizmente al silencio de tu vida, por lo menos por unas horas, hasta que vuelvas a casa. La luz diurna también decide hacer 'mutis por el foro', esta noche la iluminación corre a cargo de los focos, y el recinto abre sus puertas para llenarse de un coro que a nadie le importa si suena o no desafinado.


  Una vez dentro, lo primero que haces es mirar hacia arriba. ¿Por qué será que cuando nos sentimos pequeños no podemos evitar admirar la inmensidad del gigante que nos rodea? Pero no hay tiempo para quedarse parado, hay que encontrar un buen sitio. Es lo que tienen las multitudes, que los huecos libres se miden en milímetros y las burbujas personales tardan poco en explotar. ¿Y qué más da? Si hoy lo que importa es que se nos pongan los pelos de punta, que nos recorran escalofríos y que alcemos los brazos casi tanto como la voz. Hoy se trata de sentir más allá de la música, de escuchar más allá de los sentimientos.
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domingo, 20 de septiembre de 2015

Lo bonito de las ganas de volver.


  Recoges todos tus bártulos, los metes en la maleta y te montas en el coche, bus, tren o avión. Ya sea porque se te han acabado las vacaciones y tu rutina te reclama o porque has decidido mover geográficamente tu vida, te toca despedirte de aquel lugar que ha conectado contigo y en el que has pasado más buenos momentos que malos. Te toca irte con las ganas de volver.


  Puede que sentado en el asiento de ese transporte que te va a alejar de tu origen y acercar a tu destino, te invada la tristeza y estés tentado de gritar: ¡Pare, que me bajo! Está  bien, es normal, es la "cara B" de conocer un sitio en el que te gustaría quedarte. Pero mientras miras por la ventana y las líneas del mundo se desdibujan a medida que ganas velocidad, piensa en lo afortunado que eres.


  Afortunado porque encontrar algo que nos guste de verdad se vuelve cada vez más y más complicado, los años nos enseñan que los buenos ratos son más propios de la suerte que de nuestro empeño en ser felices. Hoy puede que dejes ese lugar atrás, en el pasado, pero piensa que ayer no tenías siquiera la posibilidad de regresar a él en un futuro.
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domingo, 13 de septiembre de 2015

¿Hibernamos hasta el próximo verano?


  Llegas a casa del trabajo, dejas las llaves sin siquiera escuchar el sonido metálico contra la mesa. Te quitas la chaqueta que hace dos días que sacaste del armario y te desatas los cordones de los zapatos mientras  miras de reojo las sandalias que no te volverás a poner hasta el verano que viene. Coges una manta, te sientas en el sofá y enciendes la tele, con la esperanza de que te saque de la espiral de frío y rutina que ya te ha mareado. Te acurrucas contra los cojines y pones los pies encima de la mesa, ventajas de vivir contigo mismo.


  Tras un anuncio de un coche en el que la voz en off te dice que "Cuando conduzcas, conduce", salen en pantalla unos niños monísimos estrenando libros y saltando de aquí para allá con sus uniformes nuevos. Todos sabemos que la escena que se produciría en un colegio de la vida real sería muy distinta pero la realidad edulcorada que se refleja en los anuncios te hace pensar que, tal vez, debamos añadirle más azúcar a la vida y menos dosis de realidad.


  Sí, hemos vuelto a la rutina y estamos jodidos, pero esos graditos de menos nos dan la oportunidad de envolvernos en el edredón cuando nos vamos a dormir, de abrazarnos buscando el calor humano y de compartir, aunque solo sea el paraguas. ¿Vamos a aprovecharlo o vamos a hibernar hasta el próximo verano?


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domingo, 6 de septiembre de 2015

Me gustabas demasiado.



  Fuiste tú el que dijiste 'Salgamos de aquí, veámonos a solas'. Esta bien no me quito culpa, yo acepté; pero no tenía otra opción, me gustabas demasiado. No me mientas, tu lo sabías, jugabas sobre seguro. Una vez más no corrías ningún riesgo porque tuviste, desde el primer momento en que te miré, la combinación ganadora: Misterioso, invitándome a descubrir lo poco o mucho que me dejases ver. Atractivo, con ese 'qué se yo' que me moría por saber. Y peligrosamente encantador, siempre con un as, o una sonrisa, bajo la manga.


  No te creas que no lo vi venir, sabía de antemano que sería yo la que perdería la partida. Aún así, amordacé a la voz de mi cabeza que me decía que eras un jugador nato y acepté las cartas sin siquiera conocer las reglas del juego. Los dos sabíamos que no tenía ninguna posibilidad, pero tenía tus manos en mi pelo y tu aliento contra mi cuello. Fui yo quien me autoconvencí de que me merecería la pena porque, al fin y al cabo, nada dura para siempre, y tu me prometías una mentira que era exactamente igual a la verdad que yo quería.


  En aquellos momentos solo me preocupé de hacer todas esas cosas por las que te entrasen ganas de volver la vista atrás, con el objetivo de alargar el recuerdo hasta que superase a la corta realidad
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Inspiración


¡No me digáis que no os encanta este videoclip! Llevo enamorada de la historia, de la estética y de la letra desde que se publicó esta semana.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Sin pedirme permiso.



  Llevamos unas semanas así, quedando para tomar algo, para pasear por las calles de la ciudad que nos ha permitido encontrarnos, para conocernos. Llevamos unas semanas viéndonos a menudo, contándonos anécdotas y preguntándonos algunas de las cosas que queremos saber del otro. Lo que no me atrevo a confesarte es que llevo unas semanas pensando en ti más veces de la que admito, maldiciéndote por haberte instalado en mi cabeza sin pedirme permiso.


  Ahora que lo pienso, tampoco me preguntaste si podías romperme los esquemas o desteñir mi idea de príncipe azul. Tampoco te paraste a pensar si tenías la autoridad necesaria para convertir tu risa en mi sonido favorito. ¿Y es que quién demonios eres tú para poner mariposas en mi estómago? ¿Quién te dijo que podías llegar y acelerarme el corazón? No sé quien es tu consejero ni cómo me has hecho todo esto, pero sigue haciéndole caso y, por favor, no pares de hacerlo. 

  Sigue contándome cómo te ha ido el día, lo divertidos que son tus amigos y diciéndome que te lo pasas genial cuando estás conmigo. Sigue rascándote la nuca cuando estás nervioso o remangándote el jersey cuando te concentras en algo. Sigue haciéndome sentir que no estoy perdiendo el tiempo contigo y que lo que conozco de ti es solo el trailer de la que puede convertirse en mi película favorita.

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