Ha pasado mucho tiempo, sí. El suficiente como para que cada una siguiera con su vida y los momentos juntas se convirtieran solo en recuerdos. Ya no duele pensar en ti, simplemente cada vez que escucho tu nombre o alguien me cuenta lo bien que te va en esa nueva ciudad, sonrío. Porque todo lo que compartimos no se merece otra cosa. No quiero inundar nuestra historia con lágrimas de tristeza.
Y sí, no te voy a mentir, te echo de menos y creo que siempre lo haré, no te mereces el olvido. Como dijo Sabina: "Todos los días tienen un minuto en el que cierro los ojos y disfruto echándote de menos."
No son solo las historias de amor las que llegan a su fin. Las amistades, desgraciadamente, también. Pero lo nuestro era especial, lo juro. Éramos como hermanas y es que disfrutar de la infancia, empezar a descubrir de qué va realmente la vida y jugar a ser mayores ha creado una conexión que por mucho que nos alejemos, siempre nos mantendrá unidas.
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